Mi hija no quiere comer
y mis bolsillos se plantean nuevas hipótesis sobre mis sueños.
Mi hija no quiere dormir
y siento que mi corazón es una cuna muy estrecha.
Mi hija no logra decirme qué le duele
y mi corazón pestañea como luces de navidad.
Mi hija no deja los pañales
y sólo puedo teclear la calculadora de mis riñones.
Mi hija quiere que cante
y si no le gusta me mete a mi corralito.
Mi hija me toma de la mano para salir de paseo
y creo que presiente que tengo ganas de llorar.
Mi hija tiene dos años
y a veces siento que es un satélite demasiado lejano, inexplorable.