-El único libro que me hizo llorar ha sido el tuyo- Me dijo ayer Manuel. A mi hermano no le gusta leer, es justamente por esa razón que es selecto con sus lecturas y me impresionó que dijera eso de “La Caja Fuerte”. Así que ayer volví a leer mi libro, de un tirón en plena noche. No leo de noche porque suene romántico, sino porque a esa hora la Luna duerme y estoy libre de su encanto. Y la respuesta es sí, mi cajita hace llorar. Aunque tal vez alguien por allí diga que está para llorar. Pero lo cierto es que cuánto puede entregar uno en unas líneas. Mi corazón en bandeja de plata está en ese libro.
Parirlo no fue fácil son testigos las calles con frío. Pero no voy a caer en la huachafería de decir que fue doloroso como un parto y decir que hubo dilatación, contracciones, alumbramiento y hasta cesárea. Una vez Carmen Ollé me dijo que eso dicen los que no han parido. Y es cierto. Parir un libro es sólo poner un corazón en bandeja de plata, eso no duele sólo conmueve, conmueve ver cómo tu corazón queda atrapado y libre a la vez entre varios papeles.
“La Caja Fuerte” no será mi mejor libro muchísimo menos el mejor libro, pero es mi primer libro y le debo mucho. Cuando deje de conmoverme al menos quedará el agradecimiento.